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sábado, 29 de diciembre de 2007

Comilonas

Estamos en esos días de tregua antes de afrontar el segundo asalto de comilonas navideñas. Después de los ineludibles festines de Nochebuena y Navidad (menos mal que no nos ha dado por adoptar la festividad de Sant Esteve porque eso de darle al canelón con la panza llena debe ser mortal), nuestros menús vuelven a la normalidad. Verduras y ensaladas nos sirven de alimentos purificadores que nosotros, sin embargo, ya nos encargamos de echar por tierra con los consabidos turrones y polvorones. Y es que ya se sabe, estos son días de comida y bebida en abundancia y, por mucha voluntad que uno tenga, es imposible resistirse. Tendremos que esperar a que pasen los dos últimos asaltos (Nochevieja y Reyes), aguantar el tipo y después de fiestas, volver a la rutina culinaria, eso sí con unos cuantos kilos de más.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Simplemente felicitaros

Espero que todos paséis unos días en compañia de los vuestros y que disfrutéis de estas fiestas tan entrañables

viernes, 14 de diciembre de 2007

Pesadilla antes de Navidad

¿Os suena? Este es el título de una película de dibujos animados dirigida por Tim Burton y que tuve el placer de descubrir el año pasado por estas fechas (la película es de hace ya unos años más pero es que yo ando muy desfasada con los estrenos de cine). Es un musical (ya sabéis, ese género en que los personajes se pasan casi toda la película cantando) y la estética de la película en general y sus personajes en particular es muy peculiar. Bueno, el caso es que yo había propuesto ver esta película en el instituto con motivo de la última semana antes de las vacaciones de Navidad y trabajarla un poco en clase con algunos ejercicios centrados más que nada en las canciones. Ya casi lo tenía todo preparado para la semana del 17-21 pero, paradójicamente, la pesadilla antes de Navidad me ha tocado vivirla en mis propias carnes.

Siguen pinchándome. Al poco de pincharte, notas una mejoría repentina que te hace creer que ya estás casi salvado y lo cierto es que, conforme van pasando las horas y el primer subidón va amainando, el dolor vuelve a instalarse en tu cuerpo, aunque, afortunadamente, de cada vez con menor intensidad.

Hoy, después de pincharme, me han llevado a clase sólo para hacer el exámen. Al finalizar, como los niños pequeños, he llamado a casa y me han pasado a recoger. Es muy triste verte de repente dependiendo de tanta gente, sobre todo, cuando se está acostumbrado a ir de aquí para allá con tu propio coche y no dependiendo de nadie. Ahora no es sólo a mí a quien deben atender, sino también a mis hijas (llevarlas y recogerlas de sus actividades extraescolares puesto que esto lo hacía yo). Como siempre digo, y no me canso de repetir, tengo una suerte inmensa con mis suegros y por supuesto con mis padres (aunque por proximidad les toca navegar con más faena a los primeros).

Para alguien como yo, que durante tres meses no he parado en un solo momento, se me está haciendo particularmente aburrido esto de estar en casa. Sin duda ha sido un aviso importante del cuerpo de que no podía continuar así. Sin embargo, dudo que cuando vuelva, pueda contenerme en mi manera de hacer.

El reposo me está viniendo bien para leer, hábito que había abandonado desde que empecé el curso y que espero continuar en estas fiestas de Navidad siempre y cuando los trabajos que me han mandado me lo permitan.

Mientras tanto, aquí ando, protagonizando mi particular pesadilla antes de Navidad, bueno, espero que esté casi saliendo de ella.

martes, 11 de diciembre de 2007

EnGGGGGanchada

No, no es que se me haya vuelto loco el teclado, ni tampoco que me haya vuelto tartamuda. Simplemente que me he quedado, como vulgarmente se dice, enganchada. Técnicamente podría definirse como lumbalgia, eso sí, de las que te dejan clavado, sin poder dar un paso, ni tampoco moverte. Y lo más fuerte del caso es que el ataque me sobrevino al término de una clase en el instituto donde estoy como estudiante. El espectáculo digno de una película de los hermanos Marx, con ambulancia incluida (que digo yo que mejor hubiera sido llamar sólo a los médicos de urgencias para darme el “chute” allí in situ y no dar el espectáculo gratuito de pasearme en silla de ruedas por todas las rampas del colegio hasta llegar a la ambulancia) Bueno, la cuestión es que fui trasladada a los servicios de urgencias y allí me hincaron tremenda inyección de voltarén que por lo menos a la media hora (que es más o menos lo que tardó mi marido en venirme a buscar) ya podía mantenerme en pie y a duras penas andar.

Lo que sin duda me ha dolido más de todo esto es no haber podido terminar los exámenes, sobre todo después de lo mucho que había estudiado durante el puente y alentada por los buenos resultados que estaba obteniendo. Se me han quedado dos exámenes por hacer. Espero poder hacerlos antes de que acabe definitivamente el trimestre (las sesiones de evaluaciones son la semana que viene).

Afortunadamente, en el instituto de Alcarrás toda la faena importante (hacer los exámenes, corregirlos y evaluarlos) ya estaba hecha. Esta tarde empezábamos con las sesiones de evaluación pero no va a poder ser. Mañana me visita el médico de cabecera ( ya tiene delito que te den cita con dos días de tiempo, pero por lo visto en Fraga el tema de la sanidad está así de saturado). El objetivo principal, aparte de que me pueda recetar un mejor tratamiento que el que hasta ahora me han dado, es que me extienda el parte de baja ya que lo necesitan en el instituto para solicitar un substituto ( y es que joroba un montón tener que hacer guardias cuando falta el profesorado).

Nada, que no puedo hacer nada más que tener paciencia y dejar pasar los días. Lo que sin duda debo recordar otra vez que vaya a Zaragoza a ver a la Virgen es pedirle que vele por mi espalda, que buena falta le hace.

sábado, 8 de diciembre de 2007

Visita a Zaragoza

Ante tantos días de puente y a pesar de tener exámenes justamente los días posteriores al mismo, ayer viernes salimos rumbo a Zaragoza con la única finalidad de pasar el día. Ir a la capital del reino es para nosotros casi un acto excepcional. Será que somos muy perezosos, será que tenemos más cerca Cataluña y nos acercamos a Lérida en tan sólo 20 minutos… La cuestión es que hacía ya más de tres años que no pisábamos Zaragoza, y en esa ocasión fue solamente de paso, en el viaje de vuelta de nuestras vacaciones en Navarra. Y sin embargo, ir a Zaragoza siempre me causa una emoción que nunca me ha causado ir a Lérida. Ya desde pequeña, en las contadas ocasiones que fui con mis padres, sentía algo especial. Hace poco, en un espectáculo de monólogos humorísticos en que diversos artistas locales participaban, hubo uno que aunque de forma jocosa aludía al hecho emocionante que él experimentaba conforme iba llegando a Zaragoza, expresaba lo que seguramente muchos aragoneses sentimos al visitarla. Ese trimilimilim, trimilimilim, trimilimilim, trim, trim (léase siguiendo los acordes de una jota aragonesa) que te invade por dentro al divisar su imponente Basílica y nuestra pequeña patrona, la Virgen del Pilar, que acapara la atención tanto de fieles devotos como de curiosos turistas.

No concibo, pues así me lo enseñaron de pequeña, ir a Zaragoza y no pasar por el Pilar para ver a la Virgen.Y así continuamos nosotros la tradición con nuestras hijas. Ayer, en un paseo por el centro de Zaragoza, nos acercamos a la plaza del Pilar donde había instalado un belén a tamaño real, ambientado con sonidos y vegetación real. Posteriormente, abriéndonos paso entre las famosas palomas que habitan el exterior del templo, entramos en la basílica para ver a la patrona.

Cumplido nuestro deber, nos dispusimos a pasear un poco más por la ciudad y finalmente visitar la tercera planta de El Corte Inglés que es donde están los juguetes para que las niñas fueran tomando nota de los regalos para la carta a los Reyes. La verdad es que resultó un poco agobiante debido a la gran cantidad de gente que estaba aprovechando estos días para hacer sus compras navideñas. Nosotros, por nuestra parte, acabamos el día comprando una vinagreras que en principio pensamos comprar en Ikea, pero que al no gustarnos, decidimos comprar en El Corte Inglés. Por cierto, eso de que todo llega antes y con más intensidad a El Corte Inglés debe de ser cierto. Al salir, observamos las luces de la fachada principal y eso era espectacular. Pero ya se sabe, la gente de pueblo nos sorprendemos por cualquier cosa… Afortunadamente.