dddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddd

lunes, 14 de marzo de 2011

Tiempo de despedidas

Hoy ha sido un día lluvioso; el día en que dejo el pueblo que me ha acogido durante los últimos seis meses como profesora de inglés ha resultado algo triste. No me gustan las despedidas; no sé muy bien que decir a quienes han sido mis compañeros durante este tiempo ni a los alumnos, a quienes acabamos cogiendo cariño a pesar de las “perrerías” que en ocasiones nos hacen. No me gusta lo melodramático así que intento distanciarme un poco y ocultarme tras un velo casi siempre tejido con un fino hilo de humor. En los momentos de despedida es realmente cuando uno sabe a quienes hemos dejado huella.

Hay otros, sin embargo, que no se arriman a ti ni tan siquiera para desearte que tengas suerte en tu próxima adjudicación. Será que se sienten culpables por no haber podido (o querido) arreglar un horario a quien, a pesar de venir de tan lejos, no hubiera reparado un segundo en continuar allí. Realmente ha sido decepcionante saber que no se ha sabido tratar bien a quien bien hace su trabajo. Al final, da lo mismo si te integras o no en el instituto; si puede haber o no una continuidad y estabilidad en el curso de tus alumnos. Esta es la filosofía imperante en esta sociedad individualista del “viva yo y los demás que se fastidien”. A mi edad debería saberlo de sobras pero sigo sorprendiéndome a diario con estas actitudes que están arraigadas hasta en las personas que por el mero hecho de ser “enseñantes” deberían no actuar de esa manera.

Hay lugares a los que llegas y ya sabes cómo te va a ir el percal. Hay otros, sin embargo, que parecen una cosa y luego resultan otra muy distinta. Yo ya sabía cómo moverme por los primeros. Ahora deberé aprender a moverme por estos últimos. La pena de aprender a andar por estos terrenos de engañosas arenas movedizas es que deberé dejar mi ingenua creencia en lo moralmente correcto y creer que las relaciones humanas se sustentan tan sólo en una mera conveniencia. ¡Que pena que todo tenga que ser así! Será por eso que hoy amaneció triste y llovió tímidamente.



1 comentario:

eva marieke dijo...

Lo que a tí te está pasando es que juegas siempre "fuera de casa".El que juega en casa, tiene todo a favor. En el fútbol por ejemplo, jugar en tu campo te da seguridad, apoyo,y se valora más ganar en el campo contrario. Eso es lo difícil,ganar en campo contrario. Lo más difícil en el mundo de las relaciones humanas es saber encontrar tu sitio allí donde vas, trabajo, vecindario, familia...Y eso, desgraciadamente, es un arte, una habilidad. O te has pasado toda la vida haciéndolo y ya te sale de forma natural o debes aprender a hacerlo. No te queda otra. Y lo que nunca te perdonan,es que te comportes como "local" cuando eres "visitante". O aceptas el rol de "visitante" y te comportas como lo que se espera, o intentas conseguir ser aceptado como "local" sin serlo, y eso amiga mía, necesita tiempo, práctica y habilidad.