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martes, 13 de noviembre de 2007

Momentos para pensar

Parece que por fin ha llegado la calma. Presentados ya los trabajos y hechos los deberes de clase, parece que esta semana queda algún momento para respirar y pensar tranquilamente. Eso no quiere decir, ni mucho menos, que no haya faena que hacer, pero ya sólo se trata de la habitual y por tanto, la que te permite, controlar más la situación y tomarte un respiro. Aprovecho pues para contaros otras cosas que no sean puramente de trabajo.

Hace tan sólo una semana descubrí un nuevo programa en televisión (imagino que debía tratarse de la2) en el que se habla de libros, lectura y también escritura (hay un concurso de micro-relatos- máx. 100 palabras). El día que lo descubrí, entrevistaban a Carlos Ruiz Zafón y leían fragmentos de La sombra del viento. Aparentemente, le han ofrecido en varias ocasiones que ceda los derechos para que pueda ser filmada la versión cinematográfica de la novela, a lo cual él se ha negado rotundamente. A alguien podrá parecerle una estupidez pero la verdad es que ¿para qué va a querer ese señor vender los derechos si esta novela parece destinada a convertirse en un clásico moderno de la literatura española? Y además, vistas las últimas adaptaciones de novelas que se están haciendo para el cine, ¿quién va a arriesgarse a que la película defraude (que es lo más probable que pase cuando se trata de un argumento que funciona bien en su formato original de libro)? No hay más que pensar en la cantidad de películas que no han llegado a tener ni por asomo el éxito que han tenido en papel.

Curiosamente, y a pesar de no considerar la posibilidad de ser pasada al cine, Ruiz Zafón afirma poner música a sus novelas y compone melodías inspiradas en fragmentos de la novela (¿no es eso lo que hacen los músicos encargados de las bandas sonoras de las películas?). Ese domingo (que es cuando hacen el programa en cuestión) nos deleitó con una de esas melodías y me resultó, además de sorprendente, delicioso.

Escuchar el sonido limpio del piano y ese fluir tan suave de los dedos por encima del teclado es relajante. Yo que me quedé en puertas de cuarto de piano y quinto de solfeo por un exceso de trabajo en mis años de adolescencia (en el instituto nos iban exigiendo más y ya no quedaba tiempo para practicar), me muero por unos acordes bien dados al piano y me derrito ante el baile de unas manos diestras sobre las nacaradas teclas de un viejo piano. Desgraciadamente el mío (un antiguo piano de caoba y nogal que mis abuelos me regalaron) está tapado desde hace ya muchos años. Ahora sólo las manos de mis hijas se pasean por sus teclas para arrancarle sonidos desafinados. Las mías, sin embargo, sólo pasan por encima de él para sacarle el polvo. ¡Qué se le va a hacer!

1 comentario:

Satrústegui dijo...

Ains Merbita, nunca es tarde para volver a intentarlo... servidor te anima a que, en algún momento, te reencuentres con el piano!