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martes, 28 de agosto de 2007

Back again

Hemos necesitado dos días de descanso absoluto para reponernos de todo el cansancio y sueño acumulado a lo largo de esta intensa semana de vacaciones. Alguien podrá decir que no se entiende que uno se vaya de vacaciones y necesite llegar a casa precisamente para hacer lo que supuestamente debería haber hecho cuando estaba de vacaciones, es decir, descansar. Pero es que para descansar no es necesario marchar tan lejos y uno no hace tantos kilómetros para sentarse en una tumbona al lado de la piscina (la verdad es que aunque hubiésemos querido, no hubiéramos podido ya que la temperatura no lo permitía). Viajar y conocer lugares nuevos requiere de un máximo aprovechamiento del tiempo, de unas estudias y planificadas rutas que te permitan conocer aquellos pueblos que por alguna razón u otra han sido importante en la historia de nuestro país o que destacan simplemente porque allí se elabora algún producto típico.

Un total de 2.300 Km en ocho días que nos han permitido descubrir una provincia totalmente desconocida para nosotros. Valladolid es tierra de vastos y llanos campos (no en vano muchos de sus pueblos lleva ese apelativo en sus nombres) en los que se cultiva el trigo que más blanca y refinada harina da: el candeal. También es tierra de viñedos puesto que en ella coinciden cuatro denominaciones de origen: Ribera del Duero, Rueda, Toro y Cigales. Es, como no podía ser de otra manera tratándose de Castilla, tierra de castillos y de innumerables lugares y pueblos de interés histórico.

Por su estratégica situación geográfica dentro de la comunidad castellano-leonesa (Valladolid queda casi equidistante del resto de capitales de provincia- a excepción de Soria-), nos acercamos a Salamanca para descubrir una ciudad monumentalmente bella, a Palencia para recorrer el que debe ser, junto a Lérida, el mayor eje comercial de España y su “Bella desconocida”, una catedral sobria por fuera pero sorprendente por dentro, con descenso a la cripta para descubrir una antigua construcción bizantina. Y ya de regreso parada en Burgos y visita obligada a su catedral y sus calles peatonales. Un pequeño trozo de otra gran ciudad que sólo ha servido para ir abriendo boca para próximos viajes.

En breve intentaré subir una selección de las mejores fotos. Mientras tanto podéis hacer un recorrido por nuestras vacaciones leyendo aquí y aquí.

1 comentario:

Satrústegui dijo...

Lo de cansarse en las vacaciones es muy típico. En mi caso suele ser completamente normal. De lo que tu has visto solo conozco Burgos y me encantó. Incluso la Estación de Autobuses redonda que tienen! Es una bonita ciudad aunque aquella vez casi morí congelado (era enero) con una amiga. Pero mi amiga nos salvó de aquello con una botella de pacharán. Así cualquiera, verdad?

Que alegría tenerte de vuelta. Espero que las vacaciones te hayan ayudado a despejarte y a recargar energías!