El día 30 de junio de este año ha acabado para mí el que ha sido el noveno curso de mi historial laboral en el Departament d´educació de la Generalitat de Catalunya. Un año marcado por la crisis y la novedad de los nombramientos telemáticos que tanta polémica generaron a principios de curso por los desafortunados destinos que nos asignaron a todos los que formamos parte de la bolsa de interinos. En vista de lo que a muchas de las chicas que iban por delante de mí les fue adjudicado (más o menos cortas sustituciones a jornada completa en los paradisíacos pero remotos territorios de la provincia de Lleida) debo decir que tuve mucha suerte de que me fuera adjudicada un tercio de jornada en un instituto que se encuentra a la entrada de Lérida y que por tanto me evitaba tener que perder tiempo a la hora de acceder a él desde Fraga.
Con esas migajas, pero muy consciente de mi suerte, he estado yendo tres días por semana a cubrir mis ocho horas de trabajo semanal a la espera de mejores tiempos para el año que viene. No obstante, harta ya de tanto andar de aquí para allá, de ir cambiando de centro a cada curso escolar, me propuse no dejarme implicar ni lo más mínimo en el centro ni con mis compañeros. Lo de implicarme, aunque poco, lo he hecho en algunas ocasiones, sobre todo en aquellos centros en los que me he sentido a gusto y bien recibida pero resulta frustrante puesto que cada septiembre me encuentro con la decepción de no repetir en ellos y tener nuevamente que adaptarme a otro. Estoy harta de andar representando la misma función cada año, de dejar en cada uno de los centros y en cada una de las personas que conozco un poco de mi vida y un trozo de mi piel. Podríamos decir que he pasado, por tanto, sin pena ni gloria por el prestigioso y muy apreciado IES Marius Torres durante el curso en que se ha celebrado el centenario del nacimiento del poeta que lleva su nombre. He sido esa chica morena de Fraga con los que la mayoría no han hablado y de la que se desconoce qué asignatura imparte ni cuál es su nombre.
Dos días después de haber acabado el curso, durante unas jornadas de formación que han tenido lugar en el instituto para aquellas persona que van a formar parte del claustro de profesores del curso que viene y a las que he querido asistir a pesar de saber a ciencia cierta que yo no formaré parte de ellos, un compañero de departamento (un señor mayor ya, muy “quemado” de su profesión) me felicitaba por mi carácter discreto y mi serenidad: “¿tú te tomas así también ( tan bien) la profesión de enseñar?” Y a modo de consejo, que yo siempre recibo amablemente pero que afortunadamente ya me dieron otros durante el primer año como profesora en el sector público, me dice que no vale la pena sofocarse por nada ya que muchas veces es eso precisamente lo que persiguen los alumnos, verte desencajado y fuera de tus cabales. Pues ese mismo señor acto seguido me pregunta: “¿Tú que haces, catalán, no?” y “¿cómo te llamas? Pues no, no doy catalán, sino inglés, como tú (es que a mí esto de tratar de usted a un compañero, aunque sea mayor, me resulta muy raro) y me llamo Mercè. Pensé que era penoso que un compañero de departamento no se acordara de mi nombre después de haber pasado en el mismo centro diez meses de nuestra existencia aunque por otra parte me confirmaba el cumplimiento de ese objetivo con el que empecé el curso.
Por cierto este curso de formación al que he asistido no ha hecho más que confirmarme lo poco que contamos los profesores “itinerantes” para el claustro de un centro. El tema del curso era el nuevo proyecto educativo que a nivel nacional ha sido bautizado como “escuela 2.0” haciendo alusión a las nuevas herramientas de comunicación y participación en intenet al alcance de cualquier persona y que en la comunidad catalana han llamado “educat 1x1” y que supone el uso de un ordenador personal por alumno para acceder a la enseñanza digitalizada. Pues bien, durante las sesiones del curso se han estado repartiendo los ordenadores tipo netbook para uso personal de aquellos que el próximo curso deberán impartir clases en primero y segundo de la ESO. Por supuesto, una aquí presente se ha quedado sin el artilugio tecnológico porque vete tú a saber dónde pararé yo el curso que viene. De todas maneras, he querido beneficiarme de la formación porque independientemente de dónde vaya a parar el próximo curso, es seguro que estas tecnologías forman parte ya de nuestro presente y debemos evolucionar con ellas. Al ser la única que me quedaba sin el netbook y por consiguiente tomaba notas en mi sufrida libreta me he permitido hacer la gracia de decir que yo me he quedado en la escuela 1.0 cuando el resto estaba intentado la inmersión en la escuela 2.0. La mayoría no me han entendido porque desconocen el nombre del proyecto general y han pensado que era yo la que me inventaba el nombre. He tenido que aclararles que eso del “educat 1x1” está dentro del proyecto de “escuela 2.0”.
Sea como fuere, y a pesar de quedarme sin netbook y probablemente sin la ocasión de participar en este proyecto el curso que viene, me gusta aprender y a poder ser no quedarme atrás en lo que se va imponiendo de cada vez más en la sociedad y por supuesto en la educación. Es por esto que este año, y sin que nadie lo sepa excepto yo misma y mis alumnos, he estado aplicando la nuevas herramientos web 2.0 a la educación y mis alumnos han aprendido que Internet es mucho más que “Facebook” o el “Messenger”. Mi proyecto "secreto", A Colourful English Adventure da fe de que mis alumnos han aprendido algo más que inglés este año. Pero de esto quizá nunca nadie de los institutos en los que he estado o llegue a estar sepa nada…