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miércoles, 29 de agosto de 2007

¡Por la gloria de Castilla!

Léase con el mismo tono y salero con que Chiquito de la Calzada decía aquello de por la gloria de mi madre

Y es que una vez enterados de lo que era la gloria de castilla (un sistema de calefacción que aparentemente se utilizaba en Castilla y que aún puede verse en algunas casas y que recuerda al sistema que los romanos tenían de calentar sus habitáculos destinados a termas- esto lo aprendimos en el Museo de las Villas Romanas-), una no podía por más que tomar prestada la frase de Chiquito y adaptarla en su último tramo como exclamación al frío que nos ha sorprendido en pleno agosto en esas tierras. Las mañanas y atardeceres fríos que nos obligaba a ponernos la socorrida chaqueta (la verdad es que han sido las primeras vacaciones en muchos años en que la chaqueta ha visto la luz, cumplido así su papel de prenda de abrigo) y nos obligaba también a mantenernos dentro de la casas sin poder disfrutar de una buena sobremesa en la terraza, me llevó a exclamar esa frase de “por la gloria de castilla” imaginado lo crueles que deben ser allí los inviernos.

La verdad es que viendo el espacio dedicado al tiempo en televisión sabíamos que estaba lloviendo por toda la cornisa cantábrica y por todo el mediterráneo (al final uno debe dar gracias a Dios o a quien sea por haber resultado imposible cambiar las vacaciones en Asturias para fechas más tardías) con lo cual no sabíamos a ciencia cierta si el tiempo tan fresco que estábamos teniendo era el normal para esas fechas o se había visto acrecentado por toda aquella humedad que nos rodeaba. El último día antes de partir tuve la curiosidad de preguntar a la chica de recepción del camping si ese era el tiempo habitual para finales de agosto. La chica me contestó que ciertamente agosto empieza a ser un mes frío ya que existe un dicho popular por allí que dice “en agosto, frío en el rostro” pero que este año había sido incluso más fresco de lo normal.

La cuestión es que hemos pasado unos días fresquitos en los que las niñas no se han podido bañar en la piscina del camping y unas noches que si no han resultado igual de frías ha sido por los ligeros edredones con que nos hemos tapado hasta las orejas como no lo habíamos hecho desde que el frío dejara paso a la cálida primavera y el tórrido verano del que “disfrutamos” en Fraga.

Sigue el calor en Fraga, con más fuerza si cabe y nosotros ahora más susceptibles de padecerlo viniendo de un ambiente más propio del otoño.

martes, 28 de agosto de 2007

Back again

Hemos necesitado dos días de descanso absoluto para reponernos de todo el cansancio y sueño acumulado a lo largo de esta intensa semana de vacaciones. Alguien podrá decir que no se entiende que uno se vaya de vacaciones y necesite llegar a casa precisamente para hacer lo que supuestamente debería haber hecho cuando estaba de vacaciones, es decir, descansar. Pero es que para descansar no es necesario marchar tan lejos y uno no hace tantos kilómetros para sentarse en una tumbona al lado de la piscina (la verdad es que aunque hubiésemos querido, no hubiéramos podido ya que la temperatura no lo permitía). Viajar y conocer lugares nuevos requiere de un máximo aprovechamiento del tiempo, de unas estudias y planificadas rutas que te permitan conocer aquellos pueblos que por alguna razón u otra han sido importante en la historia de nuestro país o que destacan simplemente porque allí se elabora algún producto típico.

Un total de 2.300 Km en ocho días que nos han permitido descubrir una provincia totalmente desconocida para nosotros. Valladolid es tierra de vastos y llanos campos (no en vano muchos de sus pueblos lleva ese apelativo en sus nombres) en los que se cultiva el trigo que más blanca y refinada harina da: el candeal. También es tierra de viñedos puesto que en ella coinciden cuatro denominaciones de origen: Ribera del Duero, Rueda, Toro y Cigales. Es, como no podía ser de otra manera tratándose de Castilla, tierra de castillos y de innumerables lugares y pueblos de interés histórico.

Por su estratégica situación geográfica dentro de la comunidad castellano-leonesa (Valladolid queda casi equidistante del resto de capitales de provincia- a excepción de Soria-), nos acercamos a Salamanca para descubrir una ciudad monumentalmente bella, a Palencia para recorrer el que debe ser, junto a Lérida, el mayor eje comercial de España y su “Bella desconocida”, una catedral sobria por fuera pero sorprendente por dentro, con descenso a la cripta para descubrir una antigua construcción bizantina. Y ya de regreso parada en Burgos y visita obligada a su catedral y sus calles peatonales. Un pequeño trozo de otra gran ciudad que sólo ha servido para ir abriendo boca para próximos viajes.

En breve intentaré subir una selección de las mejores fotos. Mientras tanto podéis hacer un recorrido por nuestras vacaciones leyendo aquí y aquí.

jueves, 16 de agosto de 2007

Por fin, llegaron las esperadas vacaciones

Después de una semana de intensa búsqueda de información referente a Valladolid, es momento de hacer las maletas y dejar atrás todos los días de nervios, tensión y nerviosismo. Alejarse unos días del lugar de residencia siempre ayuda a desconectar y, sobre todo regresar con los ánimos renovados. No importa mucho el lugar donde uno vaya, ya que en todos los lugares hay cosas bonitas que ver y gente y costumbres nuevas que descubrir.

Tras la decepción de sabernos sin vacaciones, cualquier alternativa hubiera sido buena. Quiero pensar que la diosa Fortuna nos ha ofrecido esta segunda oportunidad de considerar Valladolid como destino de nuestras vacaciones porque es allí donde debíamos haber ido guiándonos por nuestra intuición. Intuyo, pués, que van a ser unas buenas vacaciones y que a la vuelta, ya con el espíritu renovado y todo agravio olvidado, habrá muchas cosas que contar.

Así que me despido de vosotros, fieles lectores, con este veraniego saludo. Que seáis muy felices en la espera.



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viernes, 10 de agosto de 2007

Nuestro gozo en un pozo

En el anterior post escribía sobre lo imprevisibles que pueden resultar las reacciones de las personas especialmente en circunstancias adversas. Lo que no podía yo imaginar es que dichas circunstancias pudieran tener el efecto más imprevisible e inesperado que yo pudiera haber imaginado jamás: renunciar a nuestras ya planificadas y reservadas vacaciones (¡con lo difícil que siempre resulta encontrar alojamiento en el lugar que tú deseas!). Con esta asoladora noticia llegó mi marido ayer por la tarde a casa. Aparentemente el problema al que se enfrenta la empresa requiere de una exhaustiva revisión del material almacenado que pueda arrojar más luz a la hora de tomar la decisión correcta.

Ante la no resignación de quedarnos sin vacaciones y después de asegurarnos que en el camping que ya teníamos reservado no hubiera la posibilidad de un cambio para la tercera semana de agosto, empezamos a devanarnos los sesos para dar con una solución de urgencia (¡qué ironía! Ahora éramos nosotros los que, reunidos a toda prisa – recordemos que durante el pasado fin de semana fueron los jefes de la empresa cuyo problema ahora nos estaba estallando en las narices, dinamitando así nuestras vacaciones – intentábamos dar con un lugar donde poder escapar.

Acudimos de inmediato a la agencia de viajes para ver si quedaba alguna oferta de última hora. De haberlas, las había pero era cuestión de ir probando fechas y ver si había vuelos disponibles. A esas horas de la tarde imposible empezar la búsqueda. Nuestro último recurso fue pensar en Valladolid, destino que ya habíamos barajado cuando la opción de Asturias parecía ponerse difícil. Así pues, empezamos a llamar a los campings vallisoletanos como último y desesperado recurso, casi seguros de que nuestra búsqueda sería infructuosa.

Cual fue nuestra sorpresa al descubrir que en el segundo camping había un alojamiento disponible y para las fechas que en nuestra nueva situación nos iban bien. No dudamos en reservarlo. No sé cómo resultará pero la cuestión es que tenemos nuevo lugar de vacaciones. Ahora será necesario informarse durante esta semana de qué hay de bueno allí para ver… y tiempo para imaginar y soñar lo que hubiera podido ser y hubiéramos podido ver en Asturias. Otro año será.

martes, 7 de agosto de 2007

De personarum natura

Las personas somos imprevisibles. Y cuando utilizo este adjetivo no me refiero a la sorpresa premeditada y guardada con recelo hasta el momento de ser mostrada o espetada, sino a esa capacidad del ser humano de actuar de un modo sorprendente en unas circunstancias de extrema tensión (sean estas de alegría, nerviosismo, ofuscación o profunda tristeza); esa capacidad de seguir pensando en los demás aun estando inmerso en un problema que demanda toda la atención posible. Hay gestos que, no sólo por ser sorpresivos, sino sobre todo porque a través de ellos reconoces la enorme capacidad compasiva (empática) de algunos seres humanos, son capaces de conmoverte y arrancarte unas lágrimas.

Este fin de semana pasado hemos vivido en casa con un problema de trabajo grave. Lo que en un principio debía ser una guardia tranquila, la última antes de coger las vacaciones de verano, se convirtió, salvo por la hora de comida y las de obligado sueño, en casi un secuestro. De no haber estado de guardia, los hechos no hubieran diferido mucho de cómo en realidad resultaron. El problema, que aparentemente se había ido gestando durante la semana pasada, tuvo su punto álgido durante el fin de semana, debiéndose reunir de urgencia toda la cúpula de la empresa así como los encargados de producción para atajar el que hasta ahora ha sido sin duda el mayor problema que ha debido afrontar esta empresa a lo largo de su ya dilatada y productiva historia en Fraga.

El caso es que después de ser privada de la compañía de mi marido durante dos días enteros, y después de que el problema hubiera sido si no atajado (todavía están trabajando en ello y mi marido sigue pensativo y algo ausente), sí cuando menos visto con más perspectiva y calma, ayer lunes por la noche se presenta mi marido con un detalle que el director de la fábrica había tenido a bien regalar a las mujeres de los trabajadores afectados por la vorágine de trabajo desatada: una caja de bombones y una jarrita de miel. Me la entregó con esa cara que pone él cuando siente que ha tenido que aceptar algo que no merece; como si le diera vergüenza. Yo pensé que eso debía ser un detalle de alguna boda o bautizo pero cuando me explicó el porque de aquel regalo no pude por más que conmoverme y pensar que con lo mal que lo debía estar pasando ese pobre hombre, reunido durante tantas horas y viendo quizás tambalear la imagen y el futuro de la empresa que tan orgullosamente dirige, era todo un detalle pensar en esas esposas que pacientemente han esperado a que sus maridos llegaran a casa cansados y abatidos por los hechos.

Son gestos como estos los que te hacen pensar que las personas somos, como afirmaba al principio de este escrito, imprevisibles. Hay otro tipo de reacciones imprevisibles que los seres humanos podemos manifestar y no precisamente tan conmovedoras como esta, sino todo lo contrario; sorprenden por dejar al descubierto los más bajos sentimientos que el ser humano es capaz de adoptar como filosofía de vida: avaricia, celos…. pero de esos no pienso hablar en este escrito, si es que vale la pena hablar nunca de ellos.

viernes, 3 de agosto de 2007

Resumen de la semana

Las semanas me han pasado deprisa y ya, sin darme cuenta, empiezo el mes de agosto que sin duda ha de traerme sorpresas con un nuevo destino para el curso que viene (a finales de mes, en un acto público, único momento ya en mi vida en que mi cuerpo se descontrola debido a los nervios que provoca el hecho de decidir en pocos minutos el que será tu futuro año laboral, debo elegir alguna de las vacantes a sustituir). Espero tener más tino que el año pasado y poder pasar un año de tregua con esta profesión que me tiene acorralada, al borde del abandono.

Mientras, sigo con las clases y nuestras manualidades (este nuevo proyecto tiene más de labores que de manualidades). No tuve ocasión de fotografiar las pizzas pero no es problema porque en cuanto haga otra vez, (en casa ya no entran pizzas de compra desde que descubrimos lo ricas que son las hechas en casa) prometo sacarles fotos e incluso os pondré la receta en inglés (tal y como la hicimos con las chicas) para que empecéis a gozar vosotros también. Por cierto, a las chicas les encanto eso de amasar y mientras las pizza se horneaban, no paraban de decir lo bien que olía. El pasado viernes marcharon para casa con la comida ya preparada.

Esta semana para acabar con el tema de la comida hemos preparado unas deliciosas tortitas (pancakes) que sí he fotografiado y que servirán de dulce postre o merienda. Hemos hecho una grande de chocolate (en la masa hemos añadido cacao en polvo y unos trocitos de chocolate que al cocinarlas se han fundido) y otras normales a la que luego ellas añadirán cualquier tipo de mermelada, sirope, etc…
En cuanto a las manualidades, las chicas han decidido, por unanimidad, aprender a hacer punto de cruz. Así que después de elegir un tema sencillo pero allegado a ellas (dos de ellas han decidido representar a sus mascotas y bordar su nombre a juego) estamos estudiando cómo decorar un pequeño marco que deberá mostrar la labor.

Para compensar todo este panorama idílico, esta semana Elena (la peque) ha propuesto ponerse más mala que en invierno. Así pues, estamos desde domingo con antibiótico curando anginas, otitis y un pecho cargado de mocos hasta los topes. ¡Vaya!, que la tía no se ha privado de nada. Esperemos que a lo largo de la semana que viene vaya mejorando ya que el sábado 11 salimos de vacaciones.

Sigo leyendo, mucho y bueno. El último libro que he leído y que acabé ayer está escrito en catalán. Este hecho diría que es casi insólito en mi ya que aunque hablo y leo perfectamente el catalán nunca me he sentido cómoda leyéndolo como literatura (eso sin duda se debe a mi educación, recibida totalmente en castellano que hace que inevitablemente vea el catalán como un idioma más de ir por casa, más coloquial y más al estilo de cómo yo siempre he hablado con mis padres y con mis seres queridos). El caso es que el libro lo ha escrito el que fuera mi profesor de literatura castellana durante el primer curso de carrera: Pere Rovira. El libro se titula L´amor boig y está publicado por editorial Proa. Si dijera que me ha sorprendido sería como decir que nunca le consideré lo suficientemente bueno como para lograr una novela tan redonda y completa y lo cierto es que era un profesor excelente, un tipo singular y con ese aire de bohemio que envuelve a ciertas personas geniales y que te obliga a hablar de él y a recordarlo en algunas ocasiones con algún compañero de carrera. Totalmente recomendable y difícil de olvidar.