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jueves, 3 de junio de 2010

Tiempo de abanicos

El abanico tiene el encanto de las cosas sencillas. Está, por tanto, dentro del grupo de objetos cotidianos de mecanismos sencillos pero tan eficaces y útiles para la humanidad que nadie ha podido mejorar. Y es por ello que ha sido utilizado en todas las culturas y en todos los tiempos sin que cambie un ápice la manera de ser utilizado.

Quizás el hecho de que no se haya podido mejorar su mecanismo ha contribuido a que sí lo haya hecho su diseño. Existen abanicos hechos de todos los materiales imaginables. Los hay económicos hechos con sencillas varillas de madera y un humilde retal de ropa y los hay sofisticados y exclusivos hechos con varillas de nácar y tela pintada a mano a modo de lienzo en miniatura. Los más delicados y vaporosos hechos de encaje de bolillos, sin embargo, pierden esa función práctica de remover el aire que nos envuelve y más bien merecen ser enmarcados para deleite de nuestros ojos como de si una obra de arte se tratara.

Mi atracción por este curioso objeto viene marcada por varias razones. Una de las razones obedece a la comparación que mi mente establece con otro objeto muy apreciado por mí y tan sencillo como el abanico: el libro. La manera en que éste último se abre y la figura que sus páginas abiertas dibujan me recuerda al abanico. Al abrirlos ambos dejan entrever lo que en ellos se esconde: la mayoría de abanicos contienen como las pinturas una historia detenida en el tiempo; los libros contienen una historia igual de estática hasta que el lector la pone en movimiento con su lectura. Ambos, por tanto, requieren por parte de quien los tiene en sus manos que sus respectivas historias se pongan en “movimiento”.

El abanico me trae recuerdos de mi infancia. Mi abuela tenía varios abanicos pero el más grade de ellos, uno completamente negro pero de varillas tan largas que al abrirlo dibujaba un semicírculo enorme que generaba generosos soplos de aire con tan sólo dejarlo caer sobre tu pecho, lo utilizaba en las noches calurosas de verano. Yo, desde el otro lado del tabique que separaba su habitación de la mía, oía cada noche cómo ella se abanicaba. El ruido producido por el abanico en su vaivén y aquel producido por el repentino cerrar y abrir del abanico con un golpe seco de muñeca se quedo fijado en mi memoria y aún es hoy que me gusta emular ese gesto por el mero hecho de recordar el sonido y lo que a él va asociado.

Sin embargo, es curioso cómo mi hija, sin saber ella nada de las costumbres veraniegas de mi abuela, ha tomado el relevo en esa tarea de abanicarse cada noche antes de dormirse. Me resulta extraño porque si la finalidad de hacerse aire es precisamente la de facilitar la conciliación del sueño, ¿no es a su vez un esfuerzo que hace que no podamos dormirnos? No sé, aunque rara, el hecho de que mi hija haya “heredado” (¿se pueden heredar los gestos?) esa costumbre, además de sorprenderme me encanta.

A pesar de gustarme los abanicos, no soy yo persona que los utilice a menudo. Hoy en día, con el uso tan extendido, y a veces abusivo, de los aparatos de aire acondicionado el abanico ha caído en desuso. Atrás ha quedado ese lenguaje secreto atribuido a tan sensual objeto y tan sólo puede verse en manos de señoras mayores en contadas ocasiones.

Para que veáis lo complejo que puede llegar a ser cualquier lenguaje, aquí os dejo una recopilación de los mensajes secretos que el uso del abanico podía llegar a comunicar.

EL LENGUAJE DE LOS ABANICOS

1.- El abanico colocado cerca del corazón: " Has ganado mi amor "
2.- Cerrar el abanico tocándose el ojo derecho: " Cuando podré verte"
3.- El número de varillas muestran la contestación a una pregunta: " A que hora "
4.- Hacer movimientos amenazadores con el abanico cerrado: " No seas tan imprudente"
5.- Abanico medio abierto presionado sobre los labios: " Puedes besarme "
6.- Las dos manos juntas sujetando el abanico abierto: " Olvídame"
7.- Cubrirse la oreja izquierda con el abanico abierto: " No reveles nuestro secreto"
8.- Esconder los ojos detrás del abanico abierto: " Te quiero"
9.- Cerrar un abanico, totalmente abierto lentamente:" Prometo casarme contigo"
10.- Acercar el abanico alrededor de los ojos: " Lo siento"
11.- Tocar con el dedo la parte alta del abanico: "Desearía hablar contigo"

12.- Dejar el abanico descansado sobre la mejilla derecha: " Si "
13.- Dejar el abanico descansado sobre la mejilla izquierda: " No "
14.- Abrir y cerrar el abanico varias veces: " Eres cruel"
15.- Descender el abanico: " Seremos amigos "
16.- Abanicarse lentamente: " Estoy casada"
17.- Abanicarse rápidamente: " Estoy comprometida "
18.- Poner el abanico sujetándolo sobre los labios: " Bésame "
19.- Abrir totalmente el abanico: " Espérame "
20.- Situar el abanico detrás de la cabeza: " No me olvides "
21.- Situar el abanico detrás de la cabeza con el dedo extendido: " Adiós "
22.- Situar el abanico delante de la cara con la mano derecha: " Sígueme "

23.- Situar el abanico delante de la cara con la mano izquierda: " Estoy deseosa de sus conocimientos "
24.- Mantener el abanico sobre la oreja izquierda: " Deseo deshacerme de ti "
25.- Mover el abanico alrededor de la frente: " Has cambiado"
26.- Dar vueltas al abanico con la mano izquierda: " Nos están viendo "
27.- Dar vueltas al abanico con la mano derecha: " Quiero a otro "
28.- Llevar el abanico abierto en la mano derecha: " Eres demasiado ferviente "
29.- Llevar el abanico abierto en la mano izquierda: " Vamos, y me cuentas "
30.- Mover el abanico entre las manos: " Te odio "
31.- Mover el abanico alrededor de la mejilla: " Te quiero "
32.- Entregar el abanico cerrado: " ¿ Me quieres ? "

Y para los que queráis saber más sobre la historia y evolución del abanico podéis leer este post.

1 comentario:

bibicreations dijo...

precioso artículo. felicidades. un beso. http://bibi-creations.blogspot.com/